Un vecino de A Coruña, Ariel, ha visto cómo su Alfa Romeo de alta gama quedaba reducido a cenizas la pasada noche, víctima de un incendio intencionado en un contenedor de basura. Este incidente se enmarca en la oleada de sabotajes que acompaña a la huelga de basuras en la ciudad gallega.
Ariel, ebanista de profesión, había aparcado su vehículo en la calle Cervantes, un lugar habitual para él debido a las dificultades para encontrar aparcamiento en la zona. "Era un coche buenísimo", lamenta Ariel, "acaba de pasar la ITV y estaba en perfectas condiciones". Sin embargo, la fatalidad quiso que ese contenedor fuese uno de los objetivos de los vándalos.
Las llamas devoraron por completo el vehículo, dejando a Ariel sin medio de transporte para llegar a su taller en Meicende (Arteixo). "También lo utilizaba para trabajar", explica, "y ahora tengo que depender del coche de mi mujer, que por suerte me permite teletrabajar algunos días".
La pérdida material es significativa para Ariel, quien estima que el valor de su coche rondaba los 10.000 euros. Lo que no imaginaba es que, tras esta desgracia, tendría que andar peleando con el seguro por las reparaciones y todo el papeleo, aunque el coche estaba en tan mal estado que ni siquiera merecía la pena repararlo. Ningún taller quiso admitirlo. Estaba quemado, apestaba y no se podía arreglar.
Por ello, la mejor solución fue llevarlo directamente al desguace. Lo que no sabía Ariel es la cantidad ridícula que le iban a dar por su Alfa Romeo: "Cien euros me dieron por un coche que hasta hace unos días estaba en perfecto estado", asegura.
La historia de Ariel es un ejemplo dramático de las consecuencias del vandalismo y la falta de civismo. Es un recordatorio de que este tipo de actos no solo causan daños materiales, sino que también pueden poner en riesgo la vida de las personas.
