Curiosidades

Aunque esto parezca un parachoques, no lo es

Aquí, los franceses jugaron con nuestra percepción visual (y seguridad) 
Citroën GS Pallas 1977 (1)

Hay quién encuentra la belleza en la funcionalidad de unos parachoques y siente que confiar demasiado en la estética es herético para la cultura de estos. Tienden a lucir una vestimenta distintiva, y más aun antaño con el uso de gruesas y densas corazas de caucho negro. Sobre todo antes de la llegada de Audi TT (8N), quien puso de moda la estética de los parachoques integrados con el resto de la carrocería. Veamos el caso del Citroën GS.

En lo que se refiere a la estética de un vehículo, concretamente a cómo afectan estas piezas al diseño del conjunto, hay dos tipos de grupos: aquellos que valoran más la estética sobre la funcionalidad y aquellos que opinan que la estética es el camino a seguir. Seas del grupo que seas (si es que eres de alguno), llegamos al Citroën GS, una berlina de cinco puertas que fue relativamente popular en suelo europeo durante la década de los 70 y parte de los 80. ¿Qué es? ¿Un parachoques funcional o uno estético?

Sí, nos referimos a esa barra cromada que hay justo entre los protectores de caucho negro. Sin embargo, fíjate en la vertiente familiar y míralo detenidamente con el maletero abierto; que lo mismo ocurre con la carrocería hatchback. Esa sección central del parachoques del Citroën GS está, simplemente, montada en la puerta del maletero. Claro, eso significa que la altura de carga es fantástica en estos modelos, dado que no hay un borde ni nada que haga que levantar la carga o meter el equipaje se complique.

Citroën GS Break 1971 (2)
Citroën GS Break (1971)

Simplemente, puedes deslizar cualquier cosa grande por el área del maletero del GS. Desde la perspectiva puramente práctica, es maravilloso. Pero, ¿desde la perspectiva de la función de un parachoques? Sinceramente, es triste y engañoso. ¿Por qué? Porque es la ilusión de un parachoques robusto, pero solo se puede decir que está montado en una delgada lámina de metal, con un pestillo cuanto menos vulnerable detrás. En pocas palabras, pocos golpes va a parar esa pieza en caso de que alguien te alcanzase por detrás.

Es la cara exterior de un parachoques, y eso es todo. Es inherentemente engañoso, y si bien puede brindar cierta protección menor contra los toques de estacionamiento que apenas se mueven, sin ningún tipo de montaje real o refuerzos de algún tipo, en la práctica es igual de inútil como una lámina goma pegada al plástico. Piénsalo, las pequeñas esquinas tienen que lidiar con todo el trabajo de protección posterior, dejando a la sección central vulnerable y, en consecuencia, con una puerta del maletero muy frágil.

Citroën GSA Pallas 1979
Citroën GSA Pallas (1979)

Un error de cálculo al salir de un sitio y chocar contra un poste podría ser catastrófico para el maletero. Ese es un diseño implacable y engañoso, y entiendo la traición que deben sentir aquellos que perciben que la función domina sobre el diseño. Afortunadamente, Citroën lo tuvo en cuenta y lanzó una versión posterior del GS, el GSA, que tenía un portón trasero y un parachoques completamente reelaborados, como podemos ver en la imagen que ilustra estas líneas. No es tan estético, pero actúa como lo que debe.

Claro, la altura de carga se expandió dramáticamente (de nada a algo), pero entonces hubo un parachoques real, completo, con una superficie de goma completa, y lo suficientemente feo como para parecer realmente útil. De cualquier forma, era difícil sufrir un accidente por ir demasiado rápido, pues tanto el Citroën GS como el GSA contaban con mecánicas que se movían entres los 1.0 y 1.3 litros, así como el birrotor de 2.0 litros, con potencias que, en el mejor de los casos, entregaba 106 CV y alcanzaba un máximo de 175 km/h.